lunes, 21 de diciembre de 2015

Elecciones

Hablemos claro: hoy no hay nada que celebrar. Llevo desde anoche escuchando a algunos iluminados decir que España ha hablado a favor del cambio, celebrando unos resultados que en el mejor de los casos, convierte el Congreso en una bomba de relojería, y en el peor, nos avoca a celebrar elecciones en dos meses desde la sesión constitutiva de la Cámara, que se prevé para el 13 de Enero.

Todos los partidos han sacado malos resultados. Todos. El PP ha conseguido, a pesar de la crisis y de las tramas de corrupción, seguir siendo la primera fuerza política del país. No obstante, perdida la mayoría absoluta y siendo el gran enemigo a batir de la izquierda, se le pone complicado que le dejen formar gobierno, a pesar de que muchos han defendido en las elecciones municipales y autonómicas la necesidad de dejar gobernar a la lista más votada en solitario. Claro, debe ser que sólo se aplicaba porque era la suya. El PSOE, con todo lo que nos han hecho aguantar con sus primarias abiertas y su regeneración interna, ha elegido a un candidato que no ha tenido carisma ni credibilidad para llevarse los votos de su eterno rival en su peor momento. Huelga decir que si el PP ha tenido sus peores resultados de la historia, el PSOE ha ido de la mano y también se ha estrellado de manera clamorosa, por mucho que le quede la honra de ser el primer partido de la oposición, siendo el segundo más votado. Podemos tampoco tiene motivos para alzar las campanas al vuelo. Si, ha conseguido 69 escaños, pero no son suyos. En realidad, sorpresa, tiene 42. Los restantes son de partidos afines en determinadas comunidades o provincias, como Valencia o Barcelona, que cuando les han preguntado esta mañana si iban a formar grupo propio, no han dudado en decir que sí, que de formar grupo con Podemos nanai de la china, que si en los antiguos partidos decide el líder, en éste no y que sólo confluirán con Podemos en la defensa de intereses comunes. Por último, Ciudadanos. No seré yo la que diga que 40 escaños siendo la primera vez que obtienes representación sea para echarse a llorar, pero que no han conseguido la victoria que esperaban sí lo digo. A la vista de la configuración actual, su influencia queda bastante mermada, y se apostaba a que iban a tener mucha más libertad de decisión que la que de facto tendrán.

Eso por hablar sólo de los cuatro partidos más representativos en el actual Congreso. Que el problema de UPYD no era Rosa Díez ha quedado demostrado. Han obtenido los peores resultados desde su nacimiento y por primera vez en ocho años no tendrán ningún escaño. Izquierda Unida, o Unidad Popular, no ha conseguido más que dos escaños, con lo que pinta lo mismo que yo a la hora de decidir que se come en mi casa: se me escucha, pero no decido ni si hay que comprar el pan. Y luego, como siempre, tenemos los bloques nacionalistas: catalanes, vascos y canarios. Barrerán para su casa, olvidando que están en el Congreso español, donde en teoría se deben anteponer los intereses generales a los autonómicos. Aunque claro, habiendo separatistas, lo demencial no es que defiendan lo que defienden, sino que hayan podido optar a sentarse donde se van a sentar.

Configurado el panorama, ¿qué están celebrando algunos? ¿Qué nadie tiene mayoría absoluta? Pues miren, si esto fuera otro país, podría salir bien, pero siendo España, vamos a tener un circo montado durante un par de meses, y luego, tendremos que ir de nuevo a las urnas, porque nadie habrá dejado que nadie pueda formar gobierno, con el consiguiente gasto para la hacienda española, que fíjate tú, somos todos, y con la oportuna paralización de un país entero que apenas está levantando cabeza. Ojalá me equivoque, nada me gustaría más, pero pinta tal que así. Hay dos opciones para formar gobierno: por mayoría absoluta o por mayoría simple. Primera ronda, mayoría absoluta, 176 escaños que apoyen al candidato en cuestión. Creo que estamos de acuerdo que eso no se va a conseguir. Segunda ronda, mayoría simple, mas escaños a favor que en contra, no contando las abstenciones. Tampoco veo un futuro muy halagüeño para esta opción. Si es Mariano Rajoy el candidato, sólo va a contar con los 123 escaños del PP, mientras que obtendrá el no de PSOE (90 escaños), Podemos (42+27 escaños) y Ciudadanos (40 escaños). Total, 123 sí, 199 no. A los grupos minoritarios no los he contado porque intuyo que dirán que no, pero sumados serían un total de 227 no. Si por el contrario es Pedro Sánchez, hay varias opciones. Si les da a los separatistas y a Podemos todo lo que quieren (reforma constitucional para legalizar la autodeterminación de zonas de España, mayor autonomía en financiación de las que se queden, etc.) contaría con un total de 187 si (conseguiría mayoría absoluta, pero solo si todos los grupos menos PP y Ciudadanos les apoyan) y 163 no (ni PP ni Ciudadanos están dispuestos a negociar la segregación de España). También podría ser que no esté dispuesto a ceder a sus pretensiones, en cuyo caso obtendría 90 sí (su propio partido) y 260 no. Si Pablo Iglesias es quien intenta formar gobierno, los números sin los mismos que para el PSOE, ya que ni PP ni Ciudadanos van a apoyarle. Por supuesto, siendo la cuarta fuerza en el Parlamento, Ciudadanos no aspira, lógicamente, a formar gobierno. Con sólo 40 escaños y la negativa rotunda a darles a los nacionalistas lo que piden, no puede esperar más apoyo que el del PP que, lógicamente, pensará que de gobernar, debería gobernar su partido.

Sólo he esbozado algunos escenarios posibles, pero cercanos, que vamos a ir viendo en las semanas venideras. Por supuesto, la realidad será más compleja, puesto que entrando en juego las abstenciones, los escenarios varían significativamente. Por ejemplo, al PP le bastaría con los votos a favor de su partido y las abstenciones de Ciudadanos y PSOE para formar gobierno, aunque el resto de escaños vote en contra. Los demás lo tienen más complicado. Si no pactan con los nacionalistas, sus escaños por sí mismos no serían suficientes. Y en el caso de Podemos, por ejemplo, ya cuenta con el voto negativo, que no abstención, de Ciudadanos y PP, con lo que tendría que tumbar 163 no, cosa que no podría ocurrir aunque el PSOE se abstuviera, puesto que sus propios escaños más los de las restantes fuerzas sólo suman 97.
Por tanto, después de este inmenso dolor de cabeza y de cogerle un asco a la calculadora y a más de un compatriota, ¿qué carajo están celebrando algunos? ¿Qué Podemos y Ciudadanos han obtenido representación? ¿Qué ni PP ni PSOE tienen mayoría absoluta? Señores, ni el bipartidismo ha muerto, puesto que siguen siendo las dos primeras fuerzas políticas del país, ni los autollamados nuevos partidos son la panacea, puesto que no han conseguido escaños suficientes para obtener mayoría simple en el Congreso sin el apoyo de otras fuerzas. Y es normal que uno no esté muerto y otro no haya nacido con la suficiente fuerza, puesto que estas elecciones no se luchaba por la muerte del bipartidismo. Se luchaba por la reforma constitucional.

Que a la pobre Constitución la odian la mitad de los españoles y la otra mitad se aprovecha de ese odio para conseguir sus intereses personales no es nada nuevo. Claro, tiene su lógica porque no promete una paga vitalicia a nadie, excepto que consagra el sistema de pensiones. Tampoco sé de dónde ha salido que otorga el derecho a una casa. Dice que los españoles tienen derecho a una vivienda digna y adecuada, sí, y que los poderes públicos promoverán las condiciones para que este derecho se pueda hacer efectivo. Pero no pone que si no tienes recursos económicos, te van a regalar una vivienda. Vivienda que, no lo olvidemos, pagaríamos el resto de los españoles con nuestros impuestos, que ya son insuficientes para las necesidades de salud, educación y pensiones. No es por tocar las narices, de verdad, pero la Constitución también garantiza el acceso a la cultura y dice que es un derecho de todos, y yo, como mucho, pido que bajen el IVA de los libros, el cine, el teatro y demás, que repercute en el consumidor, pero no voy pidiendo que me den un cheque todos los meses para gastármelo en cultura ni que me monten una biblioteca en mi casa del tamaño que mejor me parezca.

En fin, que la Constitución, con todo, tiene más virtudes que defectos, y que los que dicen que no tiene blindados ciertos derechos, no es que no sepan de legalidad ni de Derecho Constitucional, es que ni se han molestado en aprender las nociones básicas. A ver, los iluminados de Podemos, que defendían anoche que una reforma integral de la Constitución, como ellos pretenden, no exigía disolver las Cámaras, mentían como bellacos. Voy a explicar de la forma más sencilla y clara que pueda cómo es el proceso de reforma, ya que ellos ni se han molestado en hacerlo.

1- En primer lugar, tenemos que tener claro que para una reforma de este tipo se necesita pronunciamiento tanto del Congreso de los Diputados como del Senado. Por lo tanto, debemos tener en la cabeza los 350 escaños del primero y los 208 del segundo.

2- La iniciativa reformadora puede partir de cualquiera de las dos Cámaras o del propio Gobierno. Esto quiere decir que para llevar la reforma a las Cortes, se debe llevar un texto articulado, con todo lo que eso implica. Si partimos de la idea de que por ser la Constitución, debe ser un texto consensuado entre todos, su redacción no es fácil ni rápida.

3- Si esta iniciativa ha partido del Congreso de los Diputados, el texto constitucional se votará primero en esa cámara, debiendo ser aprobado por los dos tercios de la misma. Es decir, de 350 diputados, 234 deben votar a favor. Si no consigue dicho apoyo, aquí termina el proceso.

4- Si, por el contrario, ha conseguido ese apoyo, el texto pasa al Senado, que deberá aprobarlo por idéntica mayoría de dos tercios. En el caso del Senado, siendo 208 senadores, bastaría con que lo apoyaran 139.
5- Obtenido el apoyo por ambas Cámaras, el Presidente del Congreso lo comunica al Presidente del Gobierno, que presenta al Rey el Real Decreto de disolución de las Cortes Generales. Por lo tanto, se inicia el proceso de elecciones al que estamos habituados.

6- Realizadas las elecciones, las nuevas Cortes Generales deben aprobar la decisión de las anteriores, en el sentido de pronunciarse sobre si la reforma constitucional y la posterior disolución de las Cortes era oportuna. En este caso, en el Congreso no se establece una mayoría determinada, por lo que se aplica la mayoría general para los casos no especificados, mayoría simple (más votos a favor que en contra).

7- Obtenida esta ratificación, se busca la del Senado, cuyo reglamento sí establece que deberá hacerlo por mayoría absoluta, es decir, 105 votos a favor.

8- Ratificada la decisión de las anteriores Cortes Generales sobre la necesidad de reforma y la disolución de las Cámaras, repetimos el número 3 y 4. Es decir, el nuevo Congreso deberá mostrar su aprobación al texto constitucional con el apoyo de 234 diputados, y el nuevo Senado con el de 139 senadores.

9- Conseguido esto, el texto constitucional ha de ser sometido a referéndum nacional para ser aprobado, que a falta de una mayoría específica concreta en la Ley Orgánica que regula el referéndum, se traduce en la mayoría simple.

Éste, y no otro, es el camino legal para reformar la Constitución actual. Cualquier otro camino o procedimiento sería ilegal y, por lo tanto, inválido, ya que se denunciaría al Tribunal Constitucional que dejaría dicha decisión sin validez jurídica y, por tanto, sin eficacia real. No sólo estamos hablando de un proceso largo y complejo, sino que como a muchos satisfará, exige un consenso mucho mayor que la mayoría absoluta. Por tanto, ningún partido político puede hacerlo sólo. En el escenario actual, de hecho, obtener ese número de escaños en el Congreso y en el Senado, donde no olvidemos que el PP cuenta con 124 senadores, el PSOE 47, Podemos 16, otros tres grupos 6 senadores cada uno, y otros tres grupos 1, es imposible. Aún contando con que la reforma salga adelante en el Congreso, cosa que dudo mucho, sin el apoyo del PP en el Senado, es un proyecto destinado a morir.

Muchos se echarán las manos a la cabeza y tendrán otro motivo para odiar la Constitución. Pero no tienen motivos. Si su reforma integral es difícil, es precisamente para defender los derechos fundamentales recogidos en ella (derecho a la vida, derecho a la intimidad, derecho a la igualdad, etc) y los principios que la hicieron nacer (unidad de España, solidaridad entre sus regiones, reconocimiento de las regiones que la integran). Eso es lo que ella protege con tanto celo. Y está bien que sea así, porque precisamente por proteger eso, es la norma fundamental del estado español. Es aquella de la que depende la validez de todas las demás. Es aquella que, por sí sola, invalida cualquier otra. Que nuestra Constitución no es válida porque tiene más de tres décadas es una tontería de tomo y lomo que se inventan aquellos que no saben nada ni de nuestra Constitución ni de otras. Lo importante no es lo vieja que sea, sino la calidad. Y una Constitución que después de una dictadura puso de acuerdo a todos los partidos de aquella época, o casi todos, que siempre hay alguno que rompe la baraja si no le reparten una buena mano, y ha dado cabida al matrimonio homosexual, a la protección contra las nuevas tecnologías, a la lucha contra las nuevas formas de terrorismo, entre otras cosas, a mí no me parece caduca o ineficaz. De hecho, si vamos a hablar de que ya tiene muchos años, digamos el mérito que tiene, que aguantar en España durante tanto tiempo, aportando soluciones a cosas impensables hace treinta años, es para aplaudirle cada mañana. ¿O se nos olvidan todas las demás legislaciones que van cambiando según el partido político que gobierna? Legislaciones menores, eso sí, que siempre deben respetar aquello que la Constitución protege.

A mí, sinceramente, no me parece una mala Constitución, y aunque no soy la más lista de la clase, y considero que habría alguna reforma que podría ser útil, no es la reforma que me están proponiendo. Esos derechos que quieren blindar, ya están blindados. De hecho, hacer leyes orgánicas (que las hay de cada derecho fundamental para desarrollarlos), sería el método correcto de protegerlos más. Y no necesitan todo ese proceso que he descrito. Pero claro, la autodeterminación sí lo necesita. Y al final, de eso trata esta reforma, de permitir que España se divida en porciones porque algunos quieren más dinero. Pues con mi voto que no cuenten, ni en solitario ni en colación. Y, visto el panorama que ha quedado en las Cortes y el proceso legal que deben cumplir para ello, con el de la Constitución tampoco pueden contar. Claro que eso ellos lo sabían, porque una cosa ha igualado a la antigua política y a la nueva: prometer lo que sabían que, si de Derecho es posible, de facto no lo iba a ser.

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